sábado, 13 de diciembre de 2014

RUTA HISPANO-PORTUGUESA.

Teníamos un fin de semana libre y queríamos aprovecharlo al máximo recorriendo sin prisa pero sin pausa, algún sitio chulo de esos a los que no podemos llegar en nuestras habituales salidas de ida y vuelta en el mismo día.

Preparamos en una pequeña bolsa lo imprescindible para pasar un par de noches fuera de casa y a primera hora de la mañana ya estamos rodando con nuestras motos en dirección a nuestra terraza preferida de los "desayunos moteros".


Le llaman desayuno pero creo que se quedan un poco cortos.


Nos cuesta levantarnos de las sillas pero la ruta motera no consistía solo en salir a desayunar, nos quedaba mucho camino por delante.

Por las carreteras que se dirigen a la Sierra de Gredos vamos disfrutando del paisaje y del día tan bonito que tenemos.


Al embalse del Burguillo no le vendría mal un buen chaparrón para recuperar su nivel...pero ese día no va a ser hoy.


El color amarillo del otoño empieza a extenderse entre las hojas de los árboles.


Llegamos a un cruce de carreteras muy conocido y en el que es difícil pasar de largo sin hacer una parada. Hablamos del cruce de Venta Rasquilla.


Siempre que hemos pasado por aquí hay motos aparcadas en la puerta y hoy no podía ser menos.


Como no tenemos prisa y los planes los hacemos sobre la marcha, decidimos sentarnos un ratito en la terraza a disfrutar de una coca-zero mientras nuestras motos descansan y toman un poco el sol.


Sentimos la mirada envidiosa del Puerto del Pico a pocos kilómetros de nosotros.


Después de este descanso, nos queda otro tramo de buenas carreteras de montaña donde el término "recta" no aparece en su trazado.


Llevamos siempre un ritmo que nos permite admirar paisajes como este que podría aparecer en una postal.


Llegamos a El Barco de Avila (dicen que su nombre viene de un barco que había que tomar para cruzar el río Tormes) y subimos hasta lo mas alto del pueblo, el Castillo de Valdecorneja.


Pasamos junto al Puente Románico por el que se cruza de orilla a orilla el río Tormes.


Y dejamos este tranquilo pueblo para seguir nuestro camino en dirección al "Valle de las Cerezas".


Subimos el Puerto de Tornavacas, límite entre las provincias de Avila y Cáceres, para asomarnos a este Balcón Natural.


Preferimos la imagen que tiene el valle en el mes de Mayo, cuando los cerezos empiezan a florecer y las laderas de la montaña se cubren de un manto blanco, pero esta panorámica tampoco está nada mal.


La carretera de bajada, por fortuna, sigue siendo la misma tanto en primavera como ahora en otoño, esta si que nos gusta en cualquier época del año.


Cuando llegamos a lo más profundo del valle tomamos un desvío a la izquierda para visitar un lugar poco conocido, que guarda su belleza solo a los que se salen de la ruta habitual y se aventuran por caminos poco transitados.


Hay que subir por un camino empinado, hay que aguantar una nube de mosquitos revoloteando junto a nuestras orejas y hay que cruzar un puente artesanal que no da muchas garantías de solidez.


Todo esto vale la pena para contemplar esta bonita Cascada del Caozo


Dan ganas de darse un chapuzón pero mejor lo dejamos para cuando lleguemos al hotel.


Desandamos el camino y volvemos a las motos que nos esperan un poco preocupadas por dejarlas solas en medio del monte.

No recuerdo el pueblo por el que pasábamos cuando de repente sufrí un ataque de nostalgia al ver aparcada la misma moto con la que empecé mi pasión motera.
En realidad la mía era azul y blanca (foto) pero el resto era idéntico. Los años no pasan en balde y se nota una evolución entre el "antes" y el "ahora".

                                                                                                                     
Estamos ya a tiro de piedra de Plasencia y decidimos que es buen sitio para dormir esta noche, además, hemos pasado varias veces por aquí pero no conocemos la ciudad así que de esta vez no pasa.

Con el "teléfono inteligente" no nos costó trabajo encontrar un hotel con las tres "B" y tras el chapuzón en la ducha que teníamos pendiente nos dimos un buen paseo por la ciudad.

Recorrimos de punta a punta el acueducto de la época medieval



Llegamos hasta la Catedral de Sta. María y su imponente fachada que no cabe en el objetivo de mi cámara.


Las obras duraron bastantes años y finalmente no llego a finalizarse su construcción.


Terminamos el paseo en la Plaza Mayor, delante del Ayuntamiento y su famosa figura del Abuelo Mayorga en lo alto del campanario.


No pudimos resistir la tentación de sentarnos en una de las muchas terrazas que hay en esta animada Plaza Mayor y tomarnos algo fresquito mientras llegaba la hora de cenar.



Empezamos nuestro segundo día de viaje después de un merecido descanso, un rico desayuno y las motos esperándonos en el parking, todo esto incluido en el precio del hotel. 


Salimos de Plasencia rumbo este y paramos en una gasolinera para llenar los depósitos de nuestras motos. Anoche nos planteamos entrar en Portugal y allí la gasofa es más cara, así que mejor llenamos ahora y nos ahorramos unos eurillos. 

Pero antes pasamos por otra ciudad que no conocemos: Coria


Nos metemos por sus enrevesadas y estrechas calles, todas ellas protegidas por la antigua muralla que defendía la ciudad,  y llegamos a una explanada junto a la Catedral.


Nos perdimos un poco entre las callejuelas del casco histórico y dimos a parar frente al Castillo ahora en rehabilitación.


Volvimos a nuestras monturas y salimos de la ciudad amurallada como señores medievales de la época.


Seguimos nuestra ruta por lo que se conoce como "La Raya" que viene a ser toda la zona geográfica próxima a la frontera entre España y Portugal.

Además, el paso por esta zona del río Tajo, da lugar a un Parque Natural en el que es una delicia rodar por carreteras fáciles, rodeados de naturaleza y con muy poco tráfico. 



Otro lugar de parada obligada que hasta el momento no conocíamos es Alcántara. Para llegar hasta ella hay que cruzar su famoso Puente Romano.



Dentro de Alcántara fuimos directos al Convento de San Benito que perteneció a los caballeros de la Orden de Alcántara y funcionó como hospedería, iglesia y convento. 



Después de estar tantos kilómetros bordeando la frontera portuguesa, finalmente la cruzamos. Los edificios que años atrás servían como aduana y control de fronteras ahora están abandonados y da pena verlos.



Esta parte de Portugal se conoce como Alentejo (significa: más allá del Tajo).


Las carreteras en esta zona son muy bonitas y ratoneras.


Una glorieta adornada que parecía de verdad nos hizo gracia y tuve que inmortalizar la imagen.


Bordeando la frontera pero esta vez por el lado portugués llegamos a Elvas, una ciudad amurallada en lo alto de una colina.


Desde mucho antes de llegar a la ciudad podemos ver a lo lejos su larguísimo acueducto de 8,5 km.



Subir hasta lo más alto no es fácil, calles muy empinadas, coches que se paran, acertar con el camino correcto....el caso es que a Ana no le gustó mucho este callejeo, pero al final llegamos hasta el castillo.





Y desde estas alturas se puede vigilar lo que hacen nuestros vecinos en Badajoz que se ve al fondo.


Nos despedimos de Elvas y cruzamos otra vez la frontera para volver a nuestro país y hacer parada y fonda en una ciudad que nos gusta mucho y hemos visitado muchas veces, volvemos a Mérida.

Por suerte hay habitaciones libres en nuestro hotel preferido así que con las motos a buen recaudo damos un tranquilo paseo por la ciudad.



Y la cena en una terraza junto al Teatro Romano no tiene desperdicio. 




Ultimo día de nuestra escapada motera....que pronto pasa el tiempo cuando te lo pasas bien.


Como tenemos tiempo de sobra para llegar a casa y lo queremos hacer lo más tarde posible, huimos de la aburrida autovía y nos metemos por el interior a investigar nuevos lugares.


Vamos prácticamente solos por la carretera, esta zona se conoce por el nombre de las Villuercas y son grandes extensiones de dehesas con encinas y alcornoques hasta donde alcanza la vista.


Nos acercamos a los Montes de Toledo con la esperanza de que las carreteras sean menos rectilíneas.


Y el trazado va mejorando por momentos..


Sin darnos cuenta estamos entrando en Guadalupe


El Real Monasterio de Santa María de Guadalupe se distingue entre la maraña de casas a su alrededor.


Está considerado Patrimonio de la Humanidad 


Nos damos un corto paseo por los alrededores para hacer ganas de comer.




Y como no podía ser de otra forma, no nos vamos de Guadalupe sin comer una de sus famosas morcillas

En dos palabras: Im-presionante


Antes de marcharnos y aprovechando que esta vez hay sitio suficiente en las maletas, Ana se pasa por una pastelería para llevarnos a casa un postre típico de allí como es la Tarta de Muégago. 


¡¡¡¡ Vámonos que nos perdemos si seguimos aquí más tiempo!!!!


Recorremos la zona de la Jara por carreteras y paisajes preciosos.



Y antes de acabar la ruta y guardar las motos, hacemos una última parada y atamos nuestras monturas a la empalizada de este bar, como si estuviéramos en el salvaje oeste, mientras nos tomamos unas cocas-zero.


Hasta pronto. 

5 comentarios:

  1. Gracias por vuestras fotos y vuestro relato!! Saludos

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  2. Encantado como siempre de leer vuestro relato y ver los documentos gráficos.
    Hasta Plasencia lo conozco, el resto no, abra que visitarlo.

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  3. No te lo pierdas.
    Gracias Angel.

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  4. Gracias Uet&Annette
    Tanto a mí, como a mi mujer nos gustan el mismo tipo de viajes que hacéis vosotros. Nos apuntamos esta ruta para hacerla en un futuro.
    Un saludo.

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