miércoles, 11 de junio de 2014

RUTA IMPROVISADA.

No podíamos dejar pasar un día festivo en el que ambos no teníamos que "fichar", para escaparnos con las motos sin saber muy bien donde terminaríamos la ruta.

La mañana invita a dar un largo paseo, salimos con lo mínimo imprescindible para pasar el día fuera, dormir donde nos lleven nuestras motos y volver al día siguiente sin prisa porque entramos a trabajar tarde.

Tras los primeros kilómetros para ir calentando motores hacemos una corta parada en Ocaña para visitar su imponente Plaza Mayor del s.XVIII que guarda un evidente parecido con nuestra Plaza Mayor de Madrid.

Es un sitio estupendo para tomarnos un "relaxing cup of coffee in Plaza Mayor" sentados en una terraza.


Seguimos más al sur, y lejos de autovías y autopistas llegamos a otro pueblo considerado el Balcón de la Mancha, estamos en Mota del Cuervo.

En lo más alto del pueblo se encuentra el campo de batalla en el que Don Quijote se enfrentó a unos terribles gigantes.



Somos los únicos visitantes por lo que, dejamos los cascos y guantes sobre las motos y paseamos despreocupados alrededor de los molinos.


Hace muchos años en este lugar había 23 molinos de viento, a día de hoy solo quedan 7 y cada uno tiene su nombre.


Antes de irnos de Mota del Cuervo paramos para refrescarnos en esta fuente con aire "retro"  que a pesar de sus años funciona perfectamente.


Seguimos haciendo kilómetros entre campos de cultivo y carreteras en las que no nos cruzamos con nadie, solo nos vigila a lo lejos un bonito castillo en lo alto de un cerro.

                                                                      (foto de internet)

Con la suerte de no tener prisa para llegar a ningún sitio, entramos en Belmonte que es el pueblo sobre el que se levanta este Castillo, encontramos restos de lo que antaño fue la muralla que lo protegía.


Callejeando un poco entre sus calles, al final somos capaces de llegar a las puertas de este Castillo del s.XV


Ahora mismo está en periodo de rehabilitación para recuperar su primitiva imagen.




Continuamos nuestro paseo motero centrando nuestra atención en encontrar algún sitio donde parar a comer porque entre unas cosas y otras ya va siendo hora.

Estamos cerca de Honrubia que será el lugar perfecto para parar y comer en algún restaurante de los muchos que hay al pie de la antigua nacional que llegaba a Valencia.

Primero dejamos las motos a buen recaudo bajo una sombra para que no se recalienten los asientos.


Y nosotros a disfrutar de una comida sencilla pero merecida


Con la excusa de que esta vez vamos con las maletas practicamente vacías, Annette se lleva de recuerdo unos ajos de las Pedroñeras que por lo visto son de lo mejor para mantener el aliento fresco.


Después de tres platos y un café con hielo no teníamos muchas ganas de levantarnos de la silla pero hicimos un esfuerzo sobrehumano y conseguimos volver a las motos para seguir nuestra ruta por la antigua nacional III.

La carretera se mantiene en buen estado de conservación, aunque poco utilizada en favor de la autovía, a cambio tiene la ventaja de ser mucho más entretenida en trazado y en sus paisajes.

Aquí estamos pasando sobre la presa del Pantano de Alarcón.



Poco después cogemos un desvío para entrar en el pueblo de Alarcón que nos recibe con esta vista impresionante.




En una rápida votación decidimos quedarnos a dormir aquí y recorrer despacio este pueblo declarado Conjunto Histórico Artístico en 1981.

Antes de ponernos a pasear por el pueblo buscamos algún sitio donde pasar la noche y tuvimos la suerte de encontrar La Posada del Hidalgo de Alarcon.


Es una casa rural que en ese momento no tenía más huéspedes que nosotros así que toda la casa  estuvo a nuestra disposición.



Con el alojamiento resuelto dimos un largo paseo por los alrededores del pueblo, delimitado por los cortados en la roca por los que pasa el río Jucar





Y custodiados por lo que llaman "Alarconcillos" que son unas torres de vigilancia en el exterior de la fortaleza.




Dentro del pueblo nos gustó la Plaza Mayor


Y sobre todo el Castillo que ahora es Parador de Turismo




No todo fue paseo y caminata, también hubo momento para el descanso


 Una cena a base de raciones en una animada terraza puso el punto final al día.

A la mañana siguiente recogimos lo poco que teníamos que guardar en las maletas y nos despedimos de Alarcón como lo hacían los Caballeros en la Edad Media, subidos sobre sus monturas.



Llegamos a tiempo de "fichar" en el trabajo pero más contentos que cualquier otro día después de lo bien que lo habíamos pasado.


Hasta pronto.