sábado, 21 de febrero de 2015

CUANDO "ELLAS" SON LAS QUE TRABAJAN.

Conozco a Pablo hace muchos años, trabajamos en la misma empresa aunque en diferentes departamentos. Siempre ha tenido moto pero en los últimos meses la afición por las dos ruedas no le deja parar.

Hay días que nos compadecemos de nuestras "respectivas máquinas de discutir" ( María y Ana) porque tienen que ir a trabajar, en cambio nosotros, que si perteneciéramos a una colmena de abejas formaríamos parte del grupo de los zánganos, nos toca intentar llevar esta "soledad" que nos acecha de la mejor forma posible.

Para casos extremos de urgente necesidad, como el que se nos presentaba, lo mejor es el whatsapp:

- Mañana nuestras chicas trabajan. ¿Salimos a dar una vuelta en moto?
- ¿Dónde quedamos y a que hora.?

Más fácil imposible.

Puntual, como un reloj suizo, llega Pablo montado en su megascooter dorado.


Tenemos por delante un día espectacular para disfrutar de la moto, mucho sol, nada de frío y los depósitos de gasolina llenos, ¡¡que poco necesitamos para ser felices!! jajajaja.

Ponemos rumbo a la sierra, no hay mejor zona para hacer curvas e ir rodando los neumáticos nuevos que Pablo lleva en su moto.


Dejamos atrás el Monasterio del Escorial.


El primer café nos lo tomamos en el Puerto de La Cruz Verde.



No damos tiempo a que los motores de nuestras motos se enfríen demasiado y volvemos a la carretera bajando hacia Robledo de Chavela.


Rodando detrás de Pablo me doy cuenta de que no va nada mal con su maxiscooter por estas carreteras de montaña.


También tenemos algún momento tranquilo en los que puedo "dispararle" desde otros ángulos.



Nos acercamos al embalse del Burguillo y la panorámica de la carretera junto al pantano me encanta.




Giramos hacia Navaluenga y seguimos con una sonrisa de oreja a oreja, sin parar de trazar curvas y mas curvas.






Llega la hora del aperitivo, justo a tiempo de parar en la terraza del Puente Romano



¿Que tal me queda tu moto?


A ti te queda muy bien la mía!!!!, estoy dispuesto a escuchar ofertas.


Teníamos claro que nos íbamos a tomar unas cervezas pero cuando la barra está llena de aperitivos y hay que elegir entre tanta variedad se hace difícil la elección.


Nos queda tiempo y ganas de seguir haciendo kilómetros por lo que vamos a por otro puerto de montaña


Estamos a 1.395 metros, en el Puerto de Navalmoral, la carretera está perfecta pero las últimas nevadas han dejado huella por aquí arriba.


La nieve nos confunde y no podemos evitar hacer un poco el ganso.





Un rugido de tripas nos avisa de que la nieve no alimenta y tenemos que bajar a Avila a buscar sustento. En el laberinto de callejuelas intramuros no nos cuesta mucho encontrar un restaurante con las tres "B".


En esta mesa echamos de menos la compañía de nuestras "currantas", por eso las manteníamos informadas de lo "tristes y solos" que nos sentíamos allí sentados comiendo de mala gana estos platos típicos de la zona.






Con mucho esfuerzo pudimos también con el café y un chupito de hierbas.


El peor momento del día fue cuando tuvimos que levantarnos de la mesa y volver a las motos, una siesta es lo que más nos apetecía, pero en el restaurante no estaban por la labor de dejarnos echar allí un sueñecito.

Cogimos las motos y nos acercamos al mirador más conocido de Avila: Los Cuatro Postes.




En este lugar, nos sacudimos nosotros también la pereza que llevábamos encima y planeamos la ruta de regreso a casa.


Para no repetir el mismo camino volvimos por unas carreteras espectaculares pero poco transitadas, disfrutando de unas vistas maravillosas desde el Puerto del Boquerón.


Como se puede ver, levantábamos expectación a nuestro paso entre el ganado vacuno.


Y de las mil curvas del Puerto de Arrebatacapas también dimos buena cuenta.



Con tanta curva, sube, baja, acelera, frena, decidimos hacer otra parada para recuperarnos y charlar de lo bonitas que son estas carreteras y lo bien que se lo puede uno pasar sobre 300 cc, es la suerte de no tener prisa por llegar a casa ("a ellas" aún les quedaban unas cuantas horas para terminar la jornada laboral).


La luz del sol se despidió de nosotros hace tiempo, no pudo seguir nuestro ritmo y nos dejó por imposibles, pero antes de despedirnos terminamos la ruta cenando.


Es el mejor final que podría haber tenido este ruta tan completa y divertida.

Nuestras parejas no han perdido la ocasión de dejar caer alguna "indirecta" sobre este tipo de salidas moteras entre nosotros, estos comentarios maliciosos los pasaremos por alto porque son fruto de la envidia, pero que sepáis que estáis invitadas a venir........y la próxima vez quedamos directamente para empezar la ruta desayunando  jajajaja.

Hasta la próxima.